La consideración de la Inteligencia Artificial (IA) ha crecido exponencialmente en todos los ámbitos de la actividad humana. Este volumen es un ejemplo de los variados aspectos en que afecta la vida social y personal. La generalidad con que se usa la terminología ha llevado a distintos grupos de expertos a formular definiciones precisas. Tales definiciones no son definitivas; por el contrario, son modifica- das con frecuencia, a medida que la expansión de nuevas tecnologías -liderada por la industria informática- alimenta las reconsideraciones en el campo académico. Una discusión de fondo, siempre renovada, se refiere a la distinción entre la inteligencia1 y la conciencia humana.